Recién escuchaba en
la radio las especulaciones políticas acerca del “paquete Ganancias
y otros” cuyo posible o inevitable veto puede ser la movida del
futuro jaque que sufrirá una o más de las facciones en juego.
Y me indignaba
porque de este modo supuestamente “nos informamos” de lo que hay
detrás de las ambiciones políticas, de sus supuestos premios y las
imaginarias sanciones al interior de la clase política, como si esto
ayudara en algo al pueblo.
Lo único que logra
este análisis tan profundo y tan sesudo, del próximo año
electoral, de las alianzas y traiciones, de las promesas olvidadas o
renunciadas hacen que el hecho de que el gobierno impulse las leyes
en paquetes para presionar simultáneamente a varios actores
sociales, sean meras anécdotas, y que el contenido de tales paquetes
mezclen amnistías antiéticas, socavando además la moral del
pueblo. Y digo ética y digo moral, no desde una cuestión normativa,
filosófica o religiosa, sino desde lo que entendemos como sentido
común de lo que como sociedad nos beneficia o nos perjudica.
Como habitantes de
este país (no hablo de ciudadanía) lo que más debería
interesarnos es el contenido de esas leyes y las postergaciones que
pueda sufrir.
No dejarnos engañar
con la falacia del cajoneo farandulesco del veto por ejemplo. El
circo de la política que todavía no termina de desengañarnos nos
hace olvidar varias cosas:
-Las leyes afectan
nuestra vida en forma directa. Acciones y comportamientos naturales y
sanos empiezan un buen día a ser contravenciones o delitos y pasan a
ser monopolizados por un sector privilegiado, limitándonos a
aquelles que quedamos fuera. Trampas y estafas públicas pasan a ser
legales vistiéndose de eufemismos cuando la ley se convierte en
cómplice de sus furutos beneficiarios. Las leyes de hecho afectan
nuestra vida. Obtenemos beneficios o dejamos de tenerlos, nos
convertimos en deudores o mágicamente la relidad pasa a embargarnos
los bienes de nuestra subsistencia merced a las leyes. Y no nos
importa. Nos importa más el sainete de lxs políticxs, eses mismes
que nunca se fueron y que vuelven como zombies una vez que pensamos
que con las muertes ocurridas no habría perdón ni olvido y sus
responsables, toda la clase política quedaría bien enterrada. La
forma en las leyes cercenan nuestras posibilidades y los mecanismos
con que nos cercan esclavizándonos tan de a poco que no nos damos
cuenta a corporaciones e intereses económicos, nos convierte en
ganado que polítcxs y empresarixs arrean a su antojo,
transformándonos en fichas, en peones que a nadie le duele
sacrificar.
-Las leyes han hecho
muchas veces todo esto y no son hechas por nosotres. Son hechas por
un conjunto de personas sumergidas en intereses muy alejados de la
realidad a la que deberemos sobrevivir luego de su teatral actuación
parlamentaria. Algunes de elles delincuentes, otres incapaces, o
mediáticxs y carismáticxs que en el mejor de los casos son
utilizados como títeres, tan enamorados de su prestigio que ciegos,
contribuyen a emparchar mal los agujeros que han generado leyes
anteriores. Todes cómplices conciente o inconcientemente para
mantenernos entretenides en los entretelones de esta “comedia” de
enredos mientras sin saber por qué, el año que viene por algún
lado perderemos algo no importa si lo sabemos o lo ignoramos. Y en la
feliz ignorancia o en la dolorosa impotencia, esperaremos,
ingenuamente que una próxima elección resuelva algo.
-También
ingenuamente nos invitan a participar en política para cambiar algo.
Ingenuamente porque nadie llega a un puesto público sin haber hecho
concesiones o haber sido cómplice, aún sin saberlo, de la
construcción de las condiciones actuales, esas que “inevitablemente
fuerzan los hechos” y no sean otras más favorables, con más
opciones. Como si estas condiciones hubieran aparecido mágicamente,
predestinadas y no hubieran sido producidas en parte por decisiones
de personas concretas y reales. No, esas condiciones no son mágicas
y podrían haber sido otras. No, no han hecho el mejor esfuerzo para
favorecer a sus representades.
Y repetimos,
aleccionades por lxs políticxs el “¿no te gusta? ¡Participá!”
como si una persona, o dos, o diez pudieran cambiar limpiar el
pantano político sin embarrarse. Nadie te va a dejar avanzar sin
intentar impedirlo, ese lugar que querrías ocupar es ambicionado por
muches otres. La ominipotencia de pensar “no, yo seré
incorruptible” está en el menjr de los casos, contaminada de
inocencia y de soberbia.
Pero las leyes
existen, otres las hacen mientras nosotres estamos entretenides en el
circo que representan para mantenernos distraídes.
Buenos días.
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