sábado, 10 de diciembre de 2016

El circo político y la ley.

Recién escuchaba en la radio las especulaciones políticas acerca del “paquete Ganancias y otros” cuyo posible o inevitable veto puede ser la movida del futuro jaque que sufrirá una o más de las facciones en juego.

Y me indignaba porque de este modo supuestamente “nos informamos” de lo que hay detrás de las ambiciones políticas, de sus supuestos premios y las imaginarias sanciones al interior de la clase política, como si esto ayudara en algo al pueblo.

Lo único que logra este análisis tan profundo y tan sesudo, del próximo año electoral, de las alianzas y traiciones, de las promesas olvidadas o renunciadas hacen que el hecho de que el gobierno impulse las leyes en paquetes para presionar simultáneamente a varios actores sociales, sean meras anécdotas, y que el contenido de tales paquetes mezclen amnistías antiéticas, socavando además la moral del pueblo. Y digo ética y digo moral, no desde una cuestión normativa, filosófica o religiosa, sino desde lo que entendemos como sentido común de lo que como sociedad nos beneficia o nos perjudica.

Como habitantes de este país (no hablo de ciudadanía) lo que más debería interesarnos es el contenido de esas leyes y las postergaciones que pueda sufrir.

No dejarnos engañar con la falacia del cajoneo farandulesco del veto por ejemplo. El circo de la política que todavía no termina de desengañarnos nos hace olvidar varias cosas:

-Las leyes afectan nuestra vida en forma directa. Acciones y comportamientos naturales y sanos empiezan un buen día a ser contravenciones o delitos y pasan a ser monopolizados por un sector privilegiado, limitándonos a aquelles que quedamos fuera. Trampas y estafas públicas pasan a ser legales vistiéndose de eufemismos cuando la ley se convierte en cómplice de sus furutos beneficiarios. Las leyes de hecho afectan nuestra vida. Obtenemos beneficios o dejamos de tenerlos, nos convertimos en deudores o mágicamente la relidad pasa a embargarnos los bienes de nuestra subsistencia merced a las leyes. Y no nos importa. Nos importa más el sainete de lxs políticxs, eses mismes que nunca se fueron y que vuelven como zombies una vez que pensamos que con las muertes ocurridas no habría perdón ni olvido y sus responsables, toda la clase política quedaría bien enterrada. La forma en las leyes cercenan nuestras posibilidades y los mecanismos con que nos cercan esclavizándonos tan de a poco que no nos damos cuenta a corporaciones e intereses económicos, nos convierte en ganado que polítcxs y empresarixs arrean a su antojo, transformándonos en fichas, en peones que a nadie le duele sacrificar.

-Las leyes han hecho muchas veces todo esto y no son hechas por nosotres. Son hechas por un conjunto de personas sumergidas en intereses muy alejados de la realidad a la que deberemos sobrevivir luego de su teatral actuación parlamentaria. Algunes de elles delincuentes, otres incapaces, o mediáticxs y carismáticxs que en el mejor de los casos son utilizados como títeres, tan enamorados de su prestigio que ciegos, contribuyen a emparchar mal los agujeros que han generado leyes anteriores. Todes cómplices conciente o inconcientemente para mantenernos entretenides en los entretelones de esta “comedia” de enredos mientras sin saber por qué, el año que viene por algún lado perderemos algo no importa si lo sabemos o lo ignoramos. Y en la feliz ignorancia o en la dolorosa impotencia, esperaremos, ingenuamente que una próxima elección resuelva algo.

-También ingenuamente nos invitan a participar en política para cambiar algo. Ingenuamente porque nadie llega a un puesto público sin haber hecho concesiones o haber sido cómplice, aún sin saberlo, de la construcción de las condiciones actuales, esas que “inevitablemente fuerzan los hechos” y no sean otras más favorables, con más opciones. Como si estas condiciones hubieran aparecido mágicamente, predestinadas y no hubieran sido producidas en parte por decisiones de personas concretas y reales. No, esas condiciones no son mágicas y podrían haber sido otras. No, no han hecho el mejor esfuerzo para favorecer a sus representades.

Y repetimos, aleccionades por lxs políticxs el “¿no te gusta? ¡Participá!” como si una persona, o dos, o diez pudieran cambiar limpiar el pantano político sin embarrarse. Nadie te va a dejar avanzar sin intentar impedirlo, ese lugar que querrías ocupar es ambicionado por muches otres. La ominipotencia de pensar “no, yo seré incorruptible” está en el menjr de los casos, contaminada de inocencia y de soberbia.

Pero las leyes existen, otres las hacen mientras nosotres estamos entretenides en el circo que representan para mantenernos distraídes.


Buenos días.

No hay comentarios.: